[imageframe lightbox=”no” style=”dropshadow” bordercolor=”” bordersize=”2px” stylecolor=”” align=”left” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″][/imageframe]El huérfano, Adam Johnson

Esta novela, como el tigre de su portada, te lanza un zarpazo del que no puedes salir indemne.

Me ha producido gran cantidad de emociones, algunas muy contradictorias. He pasado por la estupefacción, la vergüenza, el desasosiego, la esperanza y la desesperanza, la incredulidad… Creo que a la portada le faltó el ovillo con el que juegan los mininos, y ese ovillo es el lector, porque Adam Johson te zarandea de acá para allá con gran habilidad, y te lleva donde quiere y cuando quiere.

Con el huérfano, nuestro protagonista,  he vivido una serie de situaciones -a cuál más surrealista-, que me hicieron preguntarme si la realidad superaba la ficción o al contrario. Él es a la vez un héroe y un antihéroe, un ciudadano estigmatizado por la orfandad, una especie de estatus que limita las ya de por sí escasas posibilidades de supervivencia en en la República Democrática de Corea.

Reconozco que en un primer momento la novela me desorientó; no suelo leer distopías, y esta, en concreto, es de extrema crudeza. En algunos momentos consiguió afectarme emocionalmente. Y no es que sea especialmente cruenta o se demore en detalles escabrosos… Es la resignación general de todo un pueblo, una especie de tristeza que destila poco a poco y que te va calando a medida avanzas en la lectura.

…vivían en un país donde la gente estaba preparada para aceptar cualquier realidad que se le presentara. Se preguntó si debía compartir su impresión de que quien cuestionaba la realidad se exponía a un único tipo de castigo, un castigo definitivo…

Pero, como decía, cuando ya estás exhausta, agotada, al igual que el protagonista, el autor te saca de un estado para meterte en otro. Porque también es una novela divertida, que llega a límites de lo absurdo realmente cómicos. Y a situaciones de pureza que brillan en medio del horror.

El caso es que, a pesar de la desubicación inicial, cuando me quise dar cuenta estaba totalmente aferrada al libro y fascinada con la historia, que te hiere… ¡pero es un dolor tan bien contado…!

 

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