He vivido una nueva experiencia: escuchar un audiolibro, algo que nunca habría ocurrido si Seebook no me hubiese invitado a participar en la Primera Semana del Audiolibro. Hasta la fecha, mi única vivencia con algo parecido a un audiolibro se remonta a mi infancia, cuando escuchaba una y otra vez los casetes en los que los cabritillos, igual de aterrorizados que yo, intentaban averiguar, con la respiración contenida, si la pata que asomaba por debajo de la puerta era la de su madre o la del astuto lobo. Después, cuando aprendí a leer, las cintas quedaron olvidadas en un rincón.
Siempre había sido una escéptica respecto a los audiolibros. Nunca me había surgido la curiosidad por escuchar algo que, según pensaba, no podía proporcionarme el mismo placer que una lectura. Ahora he comprendido que se trataba de una cuestión de enfoque: los audiolibros no sustituyen a los libros, son otra alternativa.
Confieso que cuando me llegó la invitación de Seebook para participar con una reseña en esta iniciativa, sentí una pereza infinita por los motivos que he explicado. Sin embargo, acepté el ofrecimiento y, ante una extensa oferta de audiolibros, elegí Otra vuelta de tuerca, de Henry James, producido por Narratores.
Mi primera experiencia con un audiolibro
En cuanto a las sensaciones, hubo un primer momento de desconcierto. Durante los primeros instantes, tenía que volver constantemente hacia atrás para escuchar una y otra vez el comienzo de la novela, como si no consiguiera atrapar el significado de las palabras. Me di cuenta de que trataba de retenerlas como si las estuviera leyendo, lo cual era un error. Me vino a la cabeza la semenjanza entre la lectura y la carrera. Cuando lees, como cuando corres al aire libre, tú imprimes el ritmo ajustándolo a tus necesidades, aumentando la velocidad en los tramos más fáciles y disminuyéndola cuando la pendiente o la dificultad del terreno lo exige. Un audiolibro es como una cinta de correr: te tienes que adaptar al ritmo que te impone, pero no debes oponer resistencia o la máquina podrá contigo.
Fue después de acompasar mi ritmo al del audiolibro, cuando pude comenzar a disfrutarlo y descubrir, para mi sorpresa, que era muy agradable y relajante. Eso sí, el modo ideal para hacerlo era con los ojos cerrados. He leído en muchas ocasiones que un audiolibro se puede escuchar mientras realizas otras actividades. No sé si con otros títulos sería posible, pero con la densidad del texto de Henry James, necesitaba todos mis sentidos orientados hacia la narración. Tal vez sea una cuestión de práctica; cuando pruebe otro tipo de audiolibro saldré de dudas.
En relación a los aspectos más técnicos, fue muy fácil descargar el audiolibro y hacerme con el funcionamiento de la app. El único “pero” es que solo está disponible para dispositivos de Apple -afortunadamente yo tenía uno-, pero parece que la productora ya está desarrollando una aplicación para Android que en breve verá la luz. El diseño es cuidado y a la vez sencillo, y las ilustraciones, de Ana Juan, me parecieron en sintonía con la imagen general y muy apropiadas para el texto.
La calidad del sonido es muy buena, y la voz de la narradora, Rosa López, también es formidable. Se trata de un audiolibro con una sola voz. De nuevo me surge la duda de si sería mejor la experiencia con varios narradores o, por el contrario, esto distraería la atención. La dramatización es muy adecuada, sin excesos que distorsionen pero con el énfasis necesario. Sin embargo, en algunos momentos del diálogo, sobre todo cuando se trataba de las dos mujeres protagonistas, era complicado distinguir cuándo había un cambio de interlocutor.
En cuanto a la novela, es la aterradora experiencia vivida por una institutriz al entrar al servicio de unos adinerados huérfanos. Los niños parecen estar poseídos por el fantasma de la antigua niñera y por otro servidor que trabajó en la casa, fallecidos ambos. Los hechos nunca llegan a ser tan terroríficos como podría esperarse. Sin embargo, lo atractivo es el relato minucioso de los sucesos, y sus posibles interpretaciones, narrados por la propia institutriz con el paso de los años. Son precisamente estas pormenorizadas descripciones las que atrapan y requieren toda la atención.
En definitiva, la experiencia ha sido muy grata y sorprendente. Volveré a escuchar un audiolibro, seguro.
En realidad, los audiolibros están dedicados a los ciegos o con problemas graves de vista. En una ocasión, hace muchos años, entré por poco tiempo en un grupo de lectores de libros destinados a ciegos o con muy poca visión y que no conocen el Braile. Alguien a quien tu quieres y que tiene grandes dificultades para leer por su pérdida de vista, los utiliza.
Sin duda la narración en un audiolibro nos remonta a la reunión familiar entorno al abuelo y sus historias, a la noche en la que un padre lee a sus hijos antes de dormir, incluso a las radionovelas que nuestros abuelos disfrutaban.
La magia se encuentra escondida en la voz, el tono, el ritmo y hasta en la entonación. http://goo.gl/isYn9w
Yo es algo a lo que me quiero animar, así que a ver con cuál lo hago.
Claro, anímate. Yo era muy reacia y la experiencia me ha gustado 😉 .
Excelente post, hace años que escucho audio libros pero nunca me había planteado el significado que tiene. Últimamente me bajo los libros en pdf y los convierto a audio con un programa. Hay voces virtuales muy reales y casi no se nota la diferencia. Gracias a esta modalidad puedo leer mientras trabajo, mi trabajo es muy monótono, ademas que he incrementado mi capacidad de leer libros. En los últimos años estoy leyendo, escuchando pero es lo mismo, unos 20 a 23 libros al año. Si se implementa esto a nivel general puede ser el futuro de la lectura y la enseñanza.
Sí, probablemente sea un buen método para la enseñanza. Habrá que ver si se acaba implementando, porque parece que en ese sector les cuesta un poco adaptarse a las nuevas tecnologías…