La casa de las miniaturas, Jessie Burton
La casa de las miniaturas nos traslada a la ciudad de Ámsterdam a finales del S. XVII. Una joven de buena familia llega del campo para iniciar su nueva vida de casada con un rico comerciante que le dobla la edad, y al que apenas conoce. Nella tendrá que adaptarse no solo a la vida de la ciudad, sino a los otros moradores de la residencia familiar: la adusta cuñada, el exótico criado de color y la chismosa doncella y cocinera. Como regalo de bodas, recibe una reproducción en miniatura de su nueva casa, que irá llenándose a medida que va descubriendo los secretos que encierran esas cuatro pareces, gracias a las miniaturas que recibe de una extraña, que resultan ser proféticas…
Un nítido retrato de la sociedad de la época en Holanda, muy avanzada en el aspecto comercial y, sin embargo, constrictora en los asuntos de la moral. Esa misma asfixia se reproduce con mucho acierto en la situación de Nella en una casa que, siendo la suya, dista mucho de ser su hogar. La autora ha creado con habilidad un juego de falsas apariencias, pasiones y deseos truncados, envueltos en la niebla y humedad del canal de la curva de oro de Ámsterdam.
Hola Begoña, acabo de descubrir tu Blog y me ha entusiasmado. Te felicito.
Sobre este libro que reseñas, yo lo leí hace un par de meses y a mi me dejó un sentimiento agridulce. Me gustó mucho la ambientación, la descripción de la vida en Amsterdam en esa época me pareció fantástica. Los personajes también me gustaron, describe personalidades muy intensas como intensas son las relaciones entre ellos. En especial la protagonista, me encanta que una chica joven aparentemente anodina, se transforme en una persona con esa fuerza interior.
Digo que agridulce porque a la idea de la casa de muñecas le falta chispa, prometía magia y aunque sí que hay un poco de misterio, la resolución del mismo decepciona, por lo menos a mi me decepcionó, esperaba algo más espectacular. Estaba bien encaminada, pero se ha quedado un poco a medias.
Usando tu propia calificación para mí sería uno de los que “se deja leer”.
Por cierto, yo también tuve una revelación más o menos a los trece años, pero la mía fue con “Cien años de soledad”. ¡Qué grande Gabriel !
Un saludo
Hola Idoia,
Pues la verdad es que tienes razón. Yo no reparé en ese aspecto al hacer la reseña, pero es cierto que el asunto de la casa y su resolución está cogido con pinzas.
Muchas gracias por tu comentario, y me alegra mucho que te guste el blog.
¡Un cordial saludo!