Los siguientes escritores murieron ahogados. Algunos se suicidaron; otros fueron víctimas de un accidente. Comenzamos el repaso.
Figuras literarias que el agua nos arrebató
A Safo de Mitilene, o Safo de Lesbos, se le atribuye el primer suicidio de un escritor pues, según la leyenda, murió arrojándose al mar desde la roca de Léucade a causa de un amor no correspondido. Sin embargo parece ser que no se trata más que de un mito, ya que en sus últimos poemas, en edad madura, destilan placidez y bienestar con la vida.
Li Bai, poeta chino de la época de la dinastía Tang, y conocido como el poeta inmortal, es protagonista de otra hermosa leyenda, que dice que murió ahogado en el río Yangzi, al caer de su bote cuando intentaba abrazar el reflejo de la luna, estando bajo los efluvios del alcohol.[fusion_separator style_type=”none” hide_on_mobile=”small-visibility,medium-visibility,large-visibility” class=”” id=”” sep_color=”” top_margin=”20px” bottom_margin=”” border_size=”” icon=”” icon_circle=”” icon_circle_color=”” width=”” alignment=”center” /]
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El escritor romántico Percy Bysshe Shelley, murió ahogado en una tormenta en el golfo italiano de La Spezia, tras salir a navegar en su velero. Cuando recuperaron su cuerpo, y siguiendo una antigua ceremonia griega, lo incineraron en una pira a orillas del mar. Cuentan que cuando el cadáver estaba medio consumido, extrajeron su corazón, que fue entregado a su esposa, Mary W. Shelley, autora de Frankestein.
Georg Heym, escritor expresionista alemán, murió ahogado junto a Ernst Balcke en el río Havel, al que habían ido a patinar. Parece que Heym intentó salvar a su amigo que cayó al agua tras romperse el hielo, y ambos perecieron. Los cuerpos fueron hayados días más tarde.
Ángel Ganivet, precursor de la Generación del 98, se arrojó al río Dvina en Riga, donde trabajaba como cónsul. Parece que padecía una crisis espiritual, originada por la situación de España y sus colonias, que desembocó en una profunda depresión.
Arthur Cravan, el poeta púgil y bohemio editor sobrino de Oscar Wilde, desapareció en el Golfo de México durante una travesía por el Atlántico. Parece ser que tomó una pequeña barca en Veracruz, junto a un amigo, con destino a Buenos Aires. Su cuerpo nunca fue encontrado (otros le dan por muerto en una pelea de cantina en la frontera con Estados Unidos).
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Harold Hart Crane es considerado uno de los poetas anglosajones más influyentes del siglo XX. Sufrió toda su vida debido a su homosexualidad, dado que fue criado en un profundo cristianismo. En un viaje en barco desde México a Nueva York, recibió una paliza por parte de la tripulación tras su intento de relacionarse con un marinero. Pocas horas después se arrojó desde la borda delante de decenas de testigos gritando “¡Adiós a todos!”.
La poetisa argentina Alfonsina Storni, se suicidó arrojándose desde una escollera al Mar del Plata. Un cáncer de mama fue el germen de una profunda depresión. La versión romántica del suceso cuenta que se internó lentamente en el mar.
Virginia Woolf se ahogó voluntariamente en el río Ouse, al que se lanzó con los bolsillos del abrigo llenos de piedras. Dejó para su marido una conmovedora nota en la que se confesaba incapaz de soportar por más tiempo los estragos de su enfermedad -sufría de trastorno bipolar-:
Querido:
Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros.
V.
Robert Byron, conocido por sus libros sobre viajes, tuvo, obviamente, una intensa vida viajera. Precisamente se dirigía a su corresponsalía en El Cairo cuando el carguero en el que viajaba fue torpedeado por un submarino nazi en 1941, durante la Segunda Guerra Mundial.
El novelista Osamu Dazai, uno de los autores modernos más apreciados en Japón, tuvo una vida tumultuosa: intentó suicidarse en cuatro ocasiones, sufrió de adicción a la morfina y al alcohol, fue internado durante largos periodos para tratamiento psiquiátrico, y estuvo aquejado tuberculosis crónica. En 1948, cuando se encontraba en la cumbre de su carrera, se suicidó con su amante: para terminar con su vida, eligió un canal del río Tama, cuyas aguas se encontraban muy altas y turbulentas ya que era época de monzones en Japón. Los cuerpos de ambos, atados el uno al otro con una cuerda roja, fueron encontrados seis días después en un recodo del canal, el día del treinta y nueve cumpleaños de Dazai.
Ingrid Jonker, fue una afamada escritora sudafricana que escribía en afrikáans. Su padre, también escritor, fue nombrado ministro de Censura, lo que desató las diferencias entre ambos, ya que Ingrid estaba en contra de esas leyes. Estos enfrentamientos y el rechazo continuo de su padre, la injusta sociedad sudafricana y su turbulenta vida amorosa, la llevaron al suicidio la noche del 19 de julio de 1965, ahogándose en el mar en la bahía de la Ciudad del Cabo. Su padre al enterarse, comentó: “Por lo que a mí respecta, la pueden volver a tirar al mar.” En su primer discurso ante el Parlamento sudafricano, Nelson Mandela leyó su poema “El niño muerto de Nyanga” y se refirió a ella como una de las mejores poetas del sur de África.
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Lao She, uno de los máximos representantes de la literatura china del S. XX fue en principio ensalzado por el régimen comunista. Pero en 1966, durante la Revolución Cultural, fue acusado de “derechismo”. El 23 de agosto acudió a su última sesión de autocrítica. Según la versión oficial, la noche del día posterior se suicidó sumergiéndose en el lago de Taiping en Pekín. Fuentes oficiosas sugieren que murió apaleado por la Guardia Roja.
Paul Celan fue un poeta rumano de origen judío, considerado por la crítica el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra. Internado varias veces en un asilo psiquiátrico, terminó arrojándose al río Sena desde el puente Mirabeau.
John Berryman, poeta estadounidense, tenía 10 años cuando encontró el cadáver de su padre tras su suicidio. Esta imagen le persiguió durante toda su vida, reflejándose en muchos de sus poemas. Finalmente, siguió el ejemplo paterno y se tiró a las aguas del río Mississippi por el puente de la Avenida Washington, en Minneapolis.
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Los escritores se suicidan por muy diversos motivos, obviamente, pero uno importante de ellos es el de darle demasiadas vueltas a la cabeza, ese rumiar del pensamiento, y eso no es saludable.