[imageframe lightbox=”yes” style=”dropshadow” bordercolor=”” bordersize=”3px” stylecolor=”” align=”left” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″][/imageframe]La sonata del silencio, Paloma Sánchez Garnica

La sonata del silencio se recrea en los sentimientos y pasiones humanas, infiltrándose y taladrando la conciencia de sus personajes y del lector. Una novela bien planteada y bien mantenida, a pesar de sus casi novecientas páginas.

Marta Ribas es una mujer instruida, una virtuosa del piano, hija de diplomáticos con los que ha vivido y viajado por toda Europa. Se casa siendo muy joven con Antonio Montejano, un anticuario de éxito al que la fortuna da la espalda a consecuencia de una amistad mal entendida: el favor a un amigo le costará el paso por la cárcel, con la consecuente caída social y económica.

El matrimonio Montejano y su hija Elena tendrán que abandonar su lujoso piso en el primero y trasladarse al desacomodado desván, y vivir prácticamente de la “caridad” de los vecinos y supuestos amigos, en un edificio lleno de correveidiles, cuchicheos y rosarios arrullados por la radio en la que suenan la Piquer y los anuncios del negrito de Cola Cao.

Para colmo de males, Antonio cae enfermo, y Marta se verá en la tesitura de tener que aceptar un trabajo, exponiéndose a las murmuraciones de esa sociedad española de posguerra donde las mujeres solo podían servir en su casa, cuidando de su familia, y desafiar a un marido humillado que no consiente que su mujer le mantenga.

Los capítulos parecen actos de una obra teatral, con escenas sólidas y bien definidas, representadas por vívidos personajes; en ocasiones tienes la sensación de que en lugar de leer, estás observando. Este gran repertorio de actores ponen en escena la España mojigata de la doble moral, de las misas al peso y los curas lascivos, en la que hasta imaginar era pecado. La brutal represión y el desamparo de las mujeres -cuando la propia mujer era su peor enemiga-  traspasa las páginas y casi te ahoga.

La autora nos regala unos concienzudos y detallados decorados, tanto los interiores -el opresivo edificio, el Hotel Palace, las iglesias colmadas de beatas, el ambiente de Chicote-, como los exteriores -el Madrid del estraperlo, de limonadas en El Retiro y de las verbenas-.  Como telón de fondo, los distintos sucesos de la narración giran en torno a los celos, la lealtad, la amistad, el deseo de autodeterminación. Y todo ello aderezado con banda sonora de Paganini, Schubert, Chopin, Bach…

 

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[content_box title=”El personaje” icon=”user” image=”” image_width=”35″ image_height=”35″ link=”” linktarget=”_self” linktext=”” animation_type=”0″ animation_direction=”down” animation_speed=”0.1″]Si tuviera que escoger un personaje, me quedaría sin duda con Rafael Figueroa, el hombre torturado por sus sentimientos, con su lucha interna entre el bien y el mal, la amistad o el amor. El prototipo de prohombre de la España del nuevo Régimen.

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