La verdad sobre el caso Harry Quebert. Joël Dicker
Como dirían mis adorados Les Luthiers, ¿qué más se puede agregar que no se haya dicho ya?… O que sí se haya dicho, sobre el fenómeno literario La verdad sobre el caso Harry Quebert. El hecho de haberse convertido en tal acontecimiento es ya de por sí un logro, independientemente de que sea merecido o no.
He leído críticas de detractores y de entusiastas de Joël Dicker, y yo me sitúo en un término medio: no creo que estemos ante el nuevo Stieg Larsson (cuyas tramas, textos y construcción de personajes eran mucho más eleborados), pero creo que este joven autor es, sin duda, un tipo inteligente y con gran sentido del humor. Y digo esto porque sospecho que el suizo escribió exactamente el texto que quería, con una intención precisa, intuyendo el éxito que iba a cosechar y, para más inri, se parodia a sí mismo en su novela:
“Tú eres un escritor, digamos… moderno. Gustas porque eres joven y dinámico… Y estás de moda. Eres un escritor de moda. Eso es. La gente no espera que ganes el Premio Pulitzer, les gustan tus libros porque estás en boga, porque les entretienen, y eso también está muy bien.
—¿Así que es eso lo que piensas? ¿Que soy un escritor entretenido?
—No deformes lo que digo, Marc. Eres consciente de que el público siente debilidad por ti porque eres… un chico mono.
—¿Mono? ¡Esto es cada vez peor!
—Venga, Marc, ya sabes adónde quiero llegar. Transmites cierta imagen. Ya te lo he dicho: estás en boga. Todo el mundo te quiere. Eres a la vez el buen amigo, el amante misterioso, el yerno ideal… Por eso El caso Harry Quebert tendrá un éxito inmenso.”
Totalmente premonitorio…
Por si a estas alturas alguien no conoce el argumento de la novela, se trata de un thriller policíaco. En 2008, el joven escritor Marcus Goldman, después de una exitosa novela, se enfrenta al síndrome de la página en blanco. Al mismo tiempo su mentor, Harry Quebert, es acusado del asesinato de una niña de 15 años, Nola, desaparecida en 1975 y cuyo cuerpo han encontrado enterrado en el jardín de su casa en un pueblo de la América profunda: Aurora. Goldman decide acudir en ayuda de su amigo y averiguar la verdad sobre el caso (y de paso novelarla), aunque en el camino también descubrirá otras sorpresas, como la ilícita relación de Quebert con Nola.
Como aspectos positivos de la novela resaltaría la original estructura narrativa, desarrollada en tres tiempos: 1975, 1998 y 2008. Saltaremos de manera muy interactiva de una época a otra para recomponer el crimen, la relación amorosa de Quebert y la evolución de la amistad entre ambos escritores. Además es un texto muy gráfico, pero sin caer en los excesos descriptivos. Tiene también altas dosis de sentido del humor y su lectura es ágil y fluida.
Como aspectos negativos, la inverosímil relación del escritor con la quinceañera, que no se sustenta en un argumento sólido, y resulta un poco absurda. Tampoco me convencieron los lazos de unión entre ambos escritores. La narración en algunos momentos me pareció un tanto repetitiva, pero nada de absoluta gravedad.
Finalmente, una mención a mi personaje favorito de la novela, que me cautivó: el genuino editor, Roy Barnaski, un hombre sin escrúpulos que representa la actualidad editorital: “el mundo de los libros había dejado de ser el noble arte de la impresión para convertirse en la locura capitalista del siglo XXI, que ahora un libro debía escribirse para ser vendido”.
[…] finalmente, El libro de los Baltimore, un fiasco absoluto que poco tiene que ver con su antecesora La verdad sobre el caso Harry Quebert; parece que a Joël Dicker se le agotaron con ella todos los […]